La iniciativa surgió en la lista interna de la página
manya apenas unos dias antes del clásico. El tiempo no abundaba
para organizarse adecuadamente y por un momento parecía que iba
a quedar trunca.
En un principio yo me había ofrecido para llevar la bandera (aún
inexistente) al estadio y exhibirla en la tribuna Colombes. Se lo comenté
a mi amiga Beatriz, compañera de tantas tardes peñarolenses,
y como era de esperarse, le gustó mucho la idea.
El viernes de tarde, a menos de 48 horas de jugarse el encuentro clásico,
Beatriz me llamó por teléfono para saber en que había
quedado la bandera y yo le tuve que dar la mala noticia de que no se
iba a realizar a lo cual ella me retrucó y si la hacemos
nosotras?, lo pensé pero no por más de 10 segundos,
el sábado a las 16:30 hs. ya teníamos la tela amarilla,
la pintura negra y las ganas, en la terraza de Bea nos pusimos manos
a la obra.
La tela de 7 metros de largo y 1, 40 de ancho en el piso parecía
eterna. Si bien nuestros amigos manyas sabían que algo tramábamos,
nadie sabía en concreto cual sería la inscripción
que llevaría.
Durante la ardua tarea, varias veces nos cuestionamos qué ocurriría
si no la pudiéramos exhibir, o sea, si el golero rival lograra
superar el record de Ladislao Mazurkiewicz, sabíamos que para
nosotras sería un golpe demasiado duro y aunque hubiera sido
preferible no pensar mucho en eso, todo el tiempo lo tuvimos presente.
De todas formas si la estábamos haciendo era porque confiábamos
en los jugadores.
10 horas y media más tarde, siendo las 3:00 de la madrugada del
domingo clásico, faltando poco más de 13 hs para que el
equipo saliera al campo de juego, con un gran cansancio y dolores varios,
culminamos nuestra obra.
Los primeros minutos de partido fueron de un gran nerviosismo, ansiedad
e incertidumbre, hubieron intentos de gol por parte de Carlos Bueno
y Antonio Pacheco pero la pelota no quería entrar. A los 26 minutos
le cometen el penal a Bueno y el corazón se nos salía,
lo iba a patear Pablo Bengoechea, el Gran Capitán, que había
malogrado dos penales en partidos anteriores, penales que no tuvieron
mayor importancia, pero este si la tenía y podía cambiar
la historia del fútbol uruguayo... debía defender el record
de Mazurkiewicz y simultáneamente batiría el de Morena,
su ídolo.
No podíamos esperar menos de Pablo, pudo lograrlo, al mismo tiempo
defendió la marca histórica del genial arquero y batió
la del mejor número 9 de la historia en goles clásicos
por el campeonato uruguayo.
No exagero si digo que fué el gol que más grité
en toda mi vida, minutos después cuando logramos calmarnos un
poco, debiamos desplegar la bandera, fué un momento inolvidable
para nosotras, la abrimos y la exhibimos con la complicidad de todos
los hinchas que se encontraban cerca nuestro, quienes, por supuesto,
hasta ese momento desconocían su existencia.
No sabemos que fuerza de la naturaleza nos favoreció para que
el día de munua fuera justo en el partido clásico
y Peñarol cargara con toda la responsabilidad, era sin dudas
lo que correspondía y se logró, la historia permanecera
inalterada por mucho tiempo más gracias a Pablo Bengoechea quien
además demostró ser Capitán, con mayúscula,
en las difíciles.
Sabemos que estas cosas no ocurren todos los días, algunos sólo
las pueden disfrutar una vez en su vida, y creo que lo supimos aprovechar
al máximo homenajeando al mejor arquero de todos los tiempos
y de paso molestando a la hinchada de nacional con el elocuente mensaje
MAZURKA 987 Una vez desplegada ya no la guardamos
y nos ocupamos de hacérsela notar a los rivales en cada oportunidad
que se nos presentó.
El clásico no terminó en victoria, clásicos van
a haber muchos, ganados, empatados y perdidos, pero oportunidades de
defender 35 años de imbatibilidad probablemente hayan pocas.
El pasado, el presente y el futuro de Peñarol se juntaron en
un sólo hombre: Pablo Javier Bengoechea, eso es histórico,
el resto no.
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